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martes, 4 de septiembre de 2012

Respiración y movimiento

No esperes a salir de clase para recuperar la serenidad

La respiración y el movimiento son dos excelentes herramientas para acceder a los estados emocionales que deseamos -desde la calma hasta la concentración o la sensación de vitalidad- y podemos echar mano de ellas en cualquier momento y en cualquier lugar, también en el aula.

Anna, profesora de secundaria, asistía a mis clases de yoga y después de tres o cuatro sesiones me comentó cuánto le ayudaba el yoga estando en el aula. Le pregunté qué era exactamente lo que hacía allí y me contó: "Al borrar la pizarra inspiro cuando subo el brazo y espiro cuando lo bajo, y, aunque te parezca increíble, esos segundos son suficientes para sentirme tranquila y con energía". Dio en el clavo: llevó a lo cotidiano la atención sobre la respiración y su sincronización con el movimiento. Hoy ya sabe con certeza que la conciencia sobre el movimiento y la respiración la llevan directamente a la calma, la atención y la sensación de vitalidad.

Al entrar en clase...

Observa tu ritmo respiratorio sin intentar modificarlo y fíjate en pequeños detalles: ¿es igual antes de entrar en el aula que una vez dentro?, ¿es rápido o lento? Si te parece que la respiración se corta en algún lugar, no te angusties, respeta su ritmo y amplitud; así, la musculatura no se siente exigida, se va relajando y poco a poco la respiración se amplía.

Durante dos días...

Al borrar la pizarra, hazlo al ritmo de tu respiración: con la inspiración haces el movimiento de subida del brazo y con la espiración, el de bajada.

Durante la semana que sigue...

Mientras haces el ejercicio anterior, presta atención a lo que sucede detrás de ti. Comprueba que eres capaz de escuchar tu respiración, sentir tu movimiento y también escuchar y notar a los alumnos y las alumnas, aunque no los estés mirando. No te preocupes por si hay demasiado ruido o demasiado silencio, céntrate en percibir lo que ocurre y observa cómo te sientes al darte la vuelta y continuar con la clase.

Durante los días siguientes...

Ahora ya te has habituado a escuchar tu respiración, a sincronizarla con tu movimiento y a escuchar a tu entorno mientras te escuchas a ti. Es una interesante experiencia escuchar a otra persona al mismo tiempo que escuchas tu ritmo respiratorio y con la práctica de los días anteriores te resultará sencillo. ¿Cómo te sientes al hacerlo? ¿Percibes algún cambio en tu relación con los alumnos? Mi experiencia es que, de la calma, la atención y la sensación de vitalidad, pasamos con facilidad a un aumento de la calidad en la comunicación.

Tere Puig
Ingeniera, profesora y formadora de yoga para el embarazo y en familia, y difusora de la anatomía experiencial en España

Artículo publicado en la revista Aula, num. 205 www.grao.com

Cuerpo y espacio

La representación espacial del sujeto se modifica notablemente con el desarrollo del sujeto mismo.
Piaget demostró como la representación corpórea y la espacial se desarrollan simultáneamente desde el nacimiento hasta la pubertad. El espacio corporal y el espacio ambiental son los dos polos opuestos de la misma función primitiva.

El esquema espacio-temporal que el individuo tiene del mundo circundante sería de hecho un doble del propio esquema corporal. Sería, a nivel práctico, una antropomorfización del mundo, una especie de universalización del propio cuerpo, para el que los esquemas corporal y espacial se forma al mismo tiempo. Tal proceso explica el motivo por el que, durante ciertas fases del desarrollo, el niño dibuja a menudo imágenes que son casas con forma humana o seres humanos en forma de casa. Se produce un proceso simultaneo de interiorización recíproca del esquema espacio-temporal y del esquema corporal. El niño vive el espacio, hasta los tres años, esencialmente de forma afectiva. Durante este tiempo se orienta en función de sus propias necesidades. Este espacio es un espacio privado de formas y dimensiones, pero caracterizado por las relaciones de cercanía y alejamiento, de origen y de continuidad. Después de los tres años se constituye un espacio homogéneo. Entre el Yo del niño y el otro se percibe un terreno neutro y objetivo, se pasa por lo que se ha definido como “vertiginosa proximidad del otro” a lo que se ha llamado “distancia vivida”.

La presencia de un espacio de este tipo permite la representación mental de la recta, que es fundamental para llegar a la noción de eje. Los ejes están referidos al cuerpo del niño. El eje vertical surge del troco y las piernas; el horizontal de los brazos extendidos hacia fuera. La orientación del cuerpo se completa después de los seis años, que es cuando el niño toma conciencia de la diferencia entre derecha e izquierda. A este punto el niño tiene claros los conceptos de delante y detrás, arriba y abajo, derecha e izquierda del propio cuerpo y es entonces que puede proyectar esta orientación al espacio que lo rodea. Partiendo de su propio cuerpo, ahora el niño se moverá en un espacio orientado. Finalmente, hacia los 7-8 años, se pasa de un estado de orientación en el espacio a al de estructuración espacio-temporal. A nivel práctico, el niño, que hasta ese momento se refería al espacio siempre según un esquema representado por el propio cuerpo, se libera ahora de este vínculo pudiendo escoger entre otros esquemas de referencia. Entonces, las nociones de derecha e izquierda, que hasta aquel momento eran propiedad de su cuerpo pueden transferirse a otras personas, y por ello deja de estar presente el carácter especular en la imitación.

J.Tolja
Fuente www.bodythinking.com